ES NAVIDAD…
POR: JAIME ARISTIZÁBAL CORREA
El espíritu de la Navidad en nuestro barrio ha cambiado mucho. Aunque se ven luces y adornos ya no hay ese fervor decembrino de arreglar las calles y decorar la cuadra en un convite de vecinos.
Lo mismo pasa con la tradicional Novena. Todo está cambiando. Y ya hay nostalgia navideña de lo en otra época era un barrio con mucho espíritu navideño. Novenas por sectores, tunas cantando por las calles, caravanas de pastores y ángeles. Todo un jolgorio que iba acompañado de calles enteras llenas de guirnaldas y alumbrados.
Una vecindad que se convocaba mutuamente y en cada sector había algo para resaltar y no perderse de las gratas sorpresas que rumoraban.
Incluso había concursos de pesebres y de la mejor cuadra. Había piñatas callejeras y verbenas. Todas las noches se podían ver pesebres vivos representados por niños y jóvenes. Sí, eran otros tiempos.
De todas maneras la Navidad tiene sus mitos extraños. Los famosos cuentos infantiles, llenos de mentiras y de anotaciones poco creíbles, como la del Niño Dios haciendo regalos, compitiendo con un robusto lleno de sobrepeso, que además tiene trineo volador.
Hay unos relatos que tienen que ver con la Navidad que no he podido entender nunca:
¿Cómo es posible que en el Portal de Belén haya estrellas, sol y luna?
Estrellas, sol y luna en un Portal, es la radiación más explosiva jamás imaginada. Esto es todo un caos del universo imposible de creer. Ningún ser vivo aguantaría tanta energía junta. Eso solo cabe en la fantasía sin cálculo alguno y desbordada.
¿Qué sobre el Portal de Belén se posó una estrella?
Si se llegase a posar una estrella en un Portal, no quedaría portal alguno. Histórica y científicamente no ha sucedido algo así en ninguna parte del planeta Tierra. Si así como se ha visto que una especie de cometa o gran meteoro chocó contra la Tierra produjo una gran radiación que hizo que cambiara muchas formas de vida en nuestro planeta, incluso la extinción de los Dinosaurios, y permitiera otros formas de vida como la nuestra, me imagino que con los acontecimientos celestes anunciados bíblicamente hace unos dos mil años, estaríamos en una fase muy primitiva de las secuelas de tanta explosión atómica junta.
Otro interrogante que me acecha es:
¿Qué Reyes Magos tan despistados, irse a meter ese viaje para llevar unos regalos que no le sirven para nada a un recién nacido?
Lo que menos necesita un niño recién nacido es incienso y mirra. Si llegamos a una fiesta de regalos para bebés con incienso y mirra, o llevamos esos presentes a un recién nacido, nadie se aguantará el humero, así los olores sean de suaves aromas, a los bebés no les sirve para nada esta clase de regalos. Creo que un bebé no disfrutará mucho del aroma del incienso y del aroma de la mirra.
Y lo del oro. En una cueva o pesebrera en Belén, el oro que le llevó uno de los Reyes Magos a Jesús, no fue tan útil, solo corría el peligro que los robaran. En esas condiciones tan infrahumanas como es vivir en una pesebrera, no creo que con el oro pudieran solucionar cuestiones inmediatas para vivir tan lejos de sus tierras. Es que la narración del Nacimiento de Jesús se parece más una tragedia de desplazados que un acontecimiento divino.
No sé si las condiciones higiénicas que pudiera tener un establo con la calefacción de una mula y un buey fueran las más indicadas para tener un recién nacido tanto tiempo.
Hay algo descabellado y fantasioso en todo ese relato de la Navidad. Y de esa manera ha sido trasmitido de generación en generación.
Todo el mito desproporcionado de la Navidad queda también representado en los pesebres ilógicos que hacemos, en donde las casas son mucho más pequeñas que los personajes y en donde los caminos son de arena, los prados son de cartón y las montañas son de papel. Los patos nadan en lagos de espejos y hay ríos de algodón. En donde las ovejas son más grandes que los camellos y un avión es del tamaño de una gallina.
Figuras estáticas y congelas como jugando al stop o detenidas en el tiempo. Todos los personajes del pesebres están más bien para posar para la foto que interesados en atender a un recién nacido que ya abre los ojos y da bendiciones.
Y mientras tantos hay muchos que andan emparrandados, ataviados en compras y matándose por estrenar. Cualquier pretexto nos inventamos para estar empachangados y alegres.
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