--- El lun, 15/9/08, humano <fredyrivera@gmail.com> escribió: De: humano <fredyrivera@gmail.com> Asunto: [Prensa] Gaviero libanuno presenta libro en Paris Para: prensa@esquinaabierta.com Fecha: lunes, 15 septiembre, 2008 4:58
VALORACIÓN DE UN TEXTO POÉTICO Por Efer Arocha París, 12 de septiembre de 2008 Presentar a un poeta, o hablar de su poesía, como es el caso en esta noche de disertar sobre Jorge Aníbal Gálvez Perdomo, aquí sentado junto a mí, resulta ser un ejercicio retórico-metafórico si se tratara solamente de hablar de su verso; pero además de eso, cada vez que se discute de poesía de manera exigente, el oyente y lector concienzudo transitan siempre por la adjetivación que produce la alabanza sin escuchar o leer ideas, conceptos o categorías que le ayuden a comprender el libro o el poema motivo de su atención. La razón es simple. Como lo literario es un valor en crisis desde hace ya largo tiempo, y a causa de esto sus dividendos siempre están en baja, el análisis del texto poético se encuentra estancado, y los últimos aportes se deben a autores ubicados en distintas partes del mundo, que abandonando la desidia han trabajado aisladamente. Considero que hoy es una ocasión propicia para profundizar en el análisis del texto como una manera de honrarlo. Pienso que es el momento de soltar aquí ideas y de poner a andar nociones que sean verdaderos instrumentos para emitir un juicio de valor en torno del arte, como es el del texto poético que conforma el libro que aquí nos convoca. Para empezar podemos sostener sin equívocos que el título, En el filo de la luna, es un acierto poético porque expresa belleza. Al decir que el título es bello, la frase tiene varios significantes. El primero es que puede ser emitido por cualquiera de los presentes para expresar una idea de agrado. Este es un concepto que sólo compromete al que lo emite y no trasciende más allá de lo personal e íntimo; no siendo un juicio válido que amerite o devalúe la calidad de una obra, así el emisor respaldando su gusto pueda comprar la obra a que se refiere, en caso que pueda ser adquirida. Si la afirmación de que el título es bello se hace desde la perspectiva del análisis poético, con la intención o pretensión de demostrar la riqueza de contenidos, para avalar la calidad de la obra, motivo de la presentación, entonces nos encontramos ante un acto serio que exige responsabilidad ante ustedes, en tanto que público, y también con el poeta desde el ángulo de la estética. Significa que yo estoy obligado a ir más allá de la valoración de una opinión. Tengo que emitir un juicio sustentado en valores sólidos y estables, y por ello, permanentes en el seno de esta obra que sean demostrables, en razón de que toda obra tiene sólo un contenido y nada más. Contenido que se sustenta en valores principales y secundarios, los cuales son identificables y también limitados que no le permiten a ninguna obra proyectarse más allá de lo que es. Este es el primer criterio que deseaba elucidar. Toda obra en lo fundamental es un acto singular; sea una pintura, una pieza musical, escultura o de otro tipo. Es por esto que cada poema resulta ser una creación única e irrepetible, que se diferencia de la anterior y de la siguiente, o de las centenares anteriores o miles que le siguen del mismo autor. El hecho de que por sí sea una obra portadora de diferenciación, que esté caracterizada por ser única y que no se pueda repetir no implica nada en cuanto a los contenidos estéticos, puesto que no le suma ni le resta. Pero precisamente es en el aspecto de su unicidad donde empieza a encontrarse el valor estético, en aquella diferencia que establece distancias capaces de construir un mundo que por sus contenidos presenta una red de significantes que son interpretables para sus contemporáneos y que con el paso del tiempo es leíble para todos áquellos que se dedican a analizar la memoria del producto arte. Significa que una obra artística cualquiera que sea su género en la condensación de sus contenidos, tiene un espacio que comprime su época. No obstante, un poema o un libro tomado en tanto que unidad, resulta apenas ser un constructo de la acción y sensibilidad de su creador, el que puede ser trascendente o intrascendente, si no es un producto de su época. ¡He aquí el dilema! El título En el filo de la luna, en el sentido en que hoy entendemos la metáfora, o sea aquélla en que dos realidades expresan dos contenidos distintos, inclusive en ocasiones opuestos conservando un símil, por medio del cual se establece una unidad de comparación que busca fundamentalmente hacer explotar en un choque los significantes, y mediante esta acción lograr la dimensión del verso; el título no es una metáfora. Sin embargo, si nos guiáramos por la retórica clásica, sí lo es; porque existen dos elementos comparativos:"filo" y "luna". El título es entonces un tropo, tal como lo usaban los griegos, el cambio de los significantes, o en rigor, la aplicación en el lenguaje utilizada por los romanos, inmutatio verborum para alcanzar el ornatus del lenguaje ordinario en el sentido de lo eufónico, buscando un caracoleo que puede terminar en lo musical. A la luz del análisis actual, el título es una imagen. Esto de imagen, es un mundo intrincado e inexplorado en el campo de lo poético. Hasta ahora no he leído ningún texto sobre este tipo de problema donde se demuestre de manera fehaciente el papel de la imagen como el material que construye la factura exquisita de un verso. Desde la antigüedad la metáfora en forma escueta, porque era ya aprehensible y asible, mientras que la imagen permanecía oculta entre el material de la metáfora, hacía rabiar a los filósofos porque le disputaba, ya en aquel entonces el campo del saber, y el misterio de la imagen hacía entrar en furia a magos, sacerdotes, hechiceros y sacerdotisas, porque éstos creían que lo oscuro del poema les iba a robar el altar de los distintos dioses de la multitud de religiones existentes. Desde entonces el verso ha sido objeto de persecuciones y de distintas apropiaciones; pero el poema que es un producto de la subjetividad humana es audaz, veloz y esquivo para escaparse por entre los dedos de las distintas épocas para diluirse en los lomos del tiempo, al margen de los distintos avatares de la historia. En cuanto a lo que a la imagen respecta, nuevas perturbaciones se atraviesan en su camino. Entre las más poderosas se encuentran la fotografía y el cine. Como estas manifestaciones artísticas se cimientan en lo visual, se sostiene que la fenomenología de una imagen óptica, sea de una persona, paisaje o de otra cosa, es asimilable a los contenidos de una imagen poética, afirmación equivocada, las imágenes del cine y de la fotografía son en primer lugar un producto técnico, y segundo, para poder ser imágenes necesitan un sustento material. Sin estas dos condiciones la imagen visual no es posible. Es evidente que interviene la destreza del fotógrafo y cierta sensibilidad, pero éste es un análisis que corresponde a ese campo y no al de la poética. La imagen poética no es una fenomenología material. Lo material que presenta el verso está en el soporte que es el papel y la tinta, y que no intervienen de ninguna manera en la fenomenología de la imagen. Otro aspecto material del poema se encuentra en la voz, en caso que el poema sea recitado o leído, pero la calidad de la voz no interviene en nada, al igual que el papel y la tinta. Estos componentes no influyen ni tienen nada que ver en el tema que nos ocupa. La imagen poética no es algo abstracto, por ello no es retratable, asible o trasmisible. Es una fenomenología que se produce en el momento por la acción de la lectura o lo audible, en razón de que es un producto subjetivo de la sensibilidad de la acción creadora, y que sólo se trasmite por las vías subjetivas y sensibles del lector o del oyente. De ahí que no sea ni material ni intelectual. Antes afirmaba que el título era un logro poético. Jorge Gálvez ha tomado del lenguaje cotidiano dos tipos de materiales bien distintos, "filo y "luna". "Filo" es un sustantivo que presenta un material no adecuado para poetizar. Es una palabra antipoética, no hay en ella nada que invoque la ternura, el deseo, la delicadeza; en la acepción de cortar se le asocia al dolor, a lo pesado, a lo pétreo. Este significante nos hace sentir lo tanático y también la violencia. En cuanto al sustantivo "luna", el asunto es peor, porque esta sí es una palabra poética que ha hecho inspirar de una u otra forma a los versificadores de todos los tiempos, los que al loarla nos han legado hermosos poemas. Los enamorados la invocan y convocan para aflorar sus sentires. Tan manoseado está el término "luna" que por tanto uso resulta ser un material banal. Por ello es un término difícil de trabajar en un verso, y más delicado aún cuando se trata del título de un libro. Pero Jorge Gálvez ha encontrado la solución al amalgamarlos. En el filo de la luna no es ninguna experiencia ni siquiera para los astronautas, Neil A. Amstrong y Edwin E. Aldrin, quienes tuvieron el privilegio de visitarla, pisarla y dejar las huellas de sus zapatos para perennizar lo gigantesco de lo que es capaz la humanidad . En sus filmaciones nos trajeron solamente cráteres y llanuras selenitas, ausencia de montículos, montañas o cordilleras. Además como todos sabemos ella es redonda, ligeramente achatada y nuestra experiencia en cuanto a filo es efímera e hipotética. Aparece huidiza cuando está enmenguante o creciente mostrándose por partes, toda coqueta igual que joven núbil. Por ello el "filo" del título es cósmico que no se reflexiona por su inutilidad del ejercicio, sino que se siente a través de nuestras entrañas. Su visualización acicatea y pone en movimiento nuestra interioridad, ese es el efecto del "filo" del título. Él pone nuestra imaginación a galopar. En este momento me imagino al Principito de Saint-Exupéry montado en el filo de una luna en menguante. Ustedes pueden imaginar cualquier otra cosa. Adentrándonos en el texto, el lector se encuentra con una simbiosis de dibujos y poemas. Los dibujos son autoría de Fernando Molina. Tienen como tema el mismo del poema, inclusive sus títulos no presentan ninguna diferencia. El primer dibujo se llama Encuentro y el poema igual y así sucesivamente. No me detengo en este recurso a causa de que exige un amplio espacio. Es de anotar que esa interrelación entre dibujo y poema convierten la edición por sí misma en un objeto plástico. Para terminar me detendré en el primer verso del poema Espera, para subrayar de manera breve la participación del verso en tanto que conocimiento. El ser humano hasta ahora sólo ha logrado dos formas de conocimiento, el científico, entendido este concepto en un sentido amplio, el que encierra las ciencias duras basadas en la ley, y el de la ciencias humanas sostenidos en la lógica y en la prueba. En cuanto a lo que al conocimiento estético concierne, éste se sustenta en lo categorial-intuitivo y sensitivo, siendo un producto de la subjetividad humana. El cuerpo está constituido por lo extrínseco que presenta palpabilidad y por lo intrínseco que es impalpabilidad. Lo impalpable es abstracción y en esa condición es reflexión y sentimientos. En los múltiples sentimientos del sujeto es donde se sustenta el conocimiento estético como la otra forma de ascender al saber del ser y del sujeto. Consecuencialmente son dos conocimientos distintos cuyas vías de acceso están determinadas por métodos, mecanismos y herramientas completamente diferentes. Su resultado en cambio constituye el conjunto del saber del sujeto. En el poema Espera, su primer verso dice: "Sentado en la fría piedra del miedo" Para comenzar, la realidad no nos presenta en parte alguna una piedra cuyas características y constituyentes sean de miedo. Como no existe esta piedra en forma material, nadie puede sentarse en ella. Sin embargo, esta piedra es la piedra de la poesía que todos de una u otra manera hemos conocido en el transcurso de nuestra existencia. Es la piedra que se siente adentro en el pecho o en otro lugar del cuerpo, cuando angustiados esperamos conocer la noticia de un desenlace fatal en el quirófano de un hospital, accidente o en cualquier otra fenomenología donde lo trágico está presente. Es la piedra de la ansiedad y de la alegría a la espera de la buena nueva. Es también la piedra de las interrogaciones porque ella es zozobra, duda, de lo que habrá de suceder. Esta piedra del poeta es igualmente la desesperación del preso que en una celda oscura le hiela su carne y sus huesos en aguarda de su torturador, suponiendo los suplicios que le va a inflingir a causa de los secretos que él conoce. Pero esta piedra del poeta es aún más grande, es la que se atraviesa entre respiro y respiro de los ergastulados que en el corredor de la muerte se interrogan en paciencia sobre el tránsito de lo existente a lo inexistente. Esa piedra es entonces conciencia donde se encuentra el miedo en su dimensión cruda y marmórea, y también es privilegio porque el prisionero conoce de antemano cómo se va a morir. Y es entonces cuando hombro con hombro con aquél que va al patíbulo le digo: ¡qué inhumano tiene que ser el hombre para crear la distancia que luego lo hará reconocerse en la dimensión humana! -- ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Si quieres cambiar el mundo, Empieza usando GNU/Linux !! ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª http://OpenStretMap.org "Los cortesanos,sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte se pasean por todo el mundo mirando un mapa, sin costarles blanca ni padecer calor ni frío, hambre ni sed" y los caballeros audaces que, expuestos "al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, de a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies, y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos". 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